Hace ya exactamente un año que tuve un desvarío y me escapé, casi sin avisar, 10 días a la capital nipona. Curiosamente se ha ido degradando como un recuerdo sin más... hasta este mes de enero. He recorrido las fotos, he releído el diario de viaje, consultado las guías y mapas customizados que saqué de la Internet, e incluso le he echado un ojo al billete de avión.
Lentamente las sensaciones y los recuerdos han ido aflorando intensamente... y por un mísero momento he podido volver allí... a aquel increíble lugar donde todo te fascina allá donde mires... paseando por las calles atiborradas de gente...
- Recuerdo sentarme en los bancos de lugares centrales y simplemente observar... tratar de comprender las muchas cosas que veía.
- Recuerdo subir a la planta 45 de un rascacielos y sentirme totalmente aislado del mundo, mientras comía un delicioso arroz con curry, a 202 metros de altura.
- Recuerdo observar el océano pacífico en el pequeño poblado de "Kamakura", sentado en la arena, y, mientras soplaba una suave brisa, brotar una ligera lágrima que manaba de pura emoción.
- Recuerdo conocer a gente interesante de distintas partes del mundo.
- Recuerdo la educación de la gente.
- Recuerdo el olor de mi diminuta habitación.
- Recuerdo las noches paseando solo por shibuya, descubriendo locales y todo un universo 24 horas.
- Recuerdo que se hizo tan corto que sin darme cuenta ya estaba aquí...
...Y recuerdo como yo cambié desde ese momento... lo que sentí y mi manera de percibir las cosas...
En tan solo 10 días... perdido en tokyo...
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