Llevas hablando toda la noche... de él, y de otros tantos.
El humo aún perdura en la barra del bar. Recordando aquella época en la que se podía fumar ahí dentro.
Tu silueta se desliza directa al baño. Y vuelve.
Y tu escote embelesa hasta el último gato de ese inmundo antro.
Te sientas a mi lado y bebes de tu copa, levantando bien alto el vaso y contemplando como los hielos se deslizan hasta tu labio superior.
(Femme Fatale, pienso yo)
Te giras inocente y haciendo el gesto de coger tu bolso dices: "Creo que me voy a ir a casa, estoy cansada y mañana madrugo, gracias por escucharme".
Pienso por un rato tus palabras y asiento, dando un último trago.
Luego levanto la mano y le pido dos copas más al camarero.
Me miras con aire sorprendido, pero curiosa abres la boca para discrepar...
Ahogo tu queja con unos labios fríos y cogiéndote firmemente el brazo, haciéndote saber que no vas a escapar.
"Lo siento nena, pero esta noche llevas demasiado carmín para ser sólo amigos."
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