sábado, 30 de agosto de 2014

El Encuentro

Apareces.

Y aparezco yo.


Tu mano se desliza un poco por mis dedos, pero se retira prudente.
La mía hace lo propio en tu espalda, y eriza sin querer tu vello.

Tu pierna choca con la mía, pero si la retiro me persigue.

Coincidimos en un espacio estrecho y al pasar de lado tras de ti, casi puedo escuchar un "clic" como si dos engranajes se engancharan, huele a familiaridad también. Pero continúo y el momento se pierde en la levedad de nuestro mundo.

Tu escote, tu piel. Me miran.

Por no hablar de nuestros labios que se disparan a cualquier lugar, pero acaban encontrándose brevemente, como de pasada, como coincidencia.

Mecanismo de autocontrol en tus miradas.
Tu no quieres, pero entre los dos solo hay palabras.

Desapareces.

Y desaparezco yo.


Sólo hay palabras...


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