martes, 18 de noviembre de 2014

Cacahuete está debajo de un almendro

Uno muy bajito, que apenas da sombra para cobijarse.

Por delante sonríe, por detrás llora.

Y se quita los zapatos, de cuero y de cordón, de lágrimas y pan, y susurra todas esas canciones que nunca llegué a tocar.

Se escuchó el ruido de un avión, y el mundo entero se perdió. Y mi mirada se centró en su voz. Sabía qué iba a decir, y aunque lo dijera al revés, yo estaría sin dormir.

-¿Cómo estás tú?- preguntaba por segunda vez.


-Mejor- le dije. Había una mejor explicación, pero las palabras no surgieron en el viento.

Y poco a poco noté como las cosas se volvieron de plata, y la luz se apagó. Y nos miramos, breve a la vez que eternamente. Quería sonreír, quería llorar.

-Me toca tirar- susurré. -Ya sé lo que tengo que hacer-.

-¿El qué?-

-Conseguirme otro par de zapatos.

Y desapareció, y con él, la sombra del almendro.



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