Apareces.
Y aparezco yo.
Tu mano se desliza un poco por mis dedos, pero se retira prudente.
La mía hace lo propio en tu espalda, y eriza sin querer tu vello.
Tu pierna choca con la mía, pero si la retiro me persigue.
Coincidimos en un espacio estrecho y al pasar de lado tras de ti, casi puedo escuchar un "clic" como si dos engranajes se engancharan, huele a familiaridad también. Pero continúo y el momento se pierde en la levedad de nuestro mundo.
Tu escote, tu piel. Me miran.
Por no hablar de nuestros labios que se disparan a cualquier lugar, pero acaban encontrándose brevemente, como de pasada, como coincidencia.
Mecanismo de autocontrol en tus miradas.
Tu no quieres, pero entre los dos solo hay palabras.
Y aparezco yo.
Tu mano se desliza un poco por mis dedos, pero se retira prudente.
La mía hace lo propio en tu espalda, y eriza sin querer tu vello.
Tu pierna choca con la mía, pero si la retiro me persigue.
Coincidimos en un espacio estrecho y al pasar de lado tras de ti, casi puedo escuchar un "clic" como si dos engranajes se engancharan, huele a familiaridad también. Pero continúo y el momento se pierde en la levedad de nuestro mundo.
Tu escote, tu piel. Me miran.
Por no hablar de nuestros labios que se disparan a cualquier lugar, pero acaban encontrándose brevemente, como de pasada, como coincidencia.
Mecanismo de autocontrol en tus miradas.
Tu no quieres, pero entre los dos solo hay palabras.
Desapareces.
Y desaparezco yo.
Sólo hay palabras...